Autor: Fer
Las spankees tienen una gran biodiversidad. No se las puede agrupar en una única familia, en un único tipo… esto sería simplificar las cosas, hay tantos tipos de spankees como chicas spankees existen. Los estereotipos, ya nos lo han advertido gravemente los sociólogos del tercio final del siglo pasado, no son otra cosa que una forma simplificada de pensamiento, un simplismo reduccionista y carente de todo análisis inteligente.
Sin embargo el agrupar la complejidad perceptiva en categorías es uno de los mecanismo mentales que permite que nuestra capacidad analítica no nos vuelva locos o no nos lleve a “la parálisis por el análisis”, por lo tanto tendemos a poner la realidad en pequeñas casillas a las cuales ponemos un rótulo y nos quedamos tan contentos. Es algo muy humano.
De todas formas, sin caer en el esterotipo fácil, los que empleamos mucho tiempo en estrujar la neurona para entender a las spankees, al final encontramos algunos rasgos y conductas que les son más o menos comunes a todas. La más evidente de estas conductas es la permanente provocación, que para engañarnos y despistarnos puede adoptar muy diversas formas.
Sería interminable intentar escribir aquí una lista de las tácticas y modos como la spankee lleva a cabo sus constantes provocaciones. Realmente sería una tarea titánica ya que habría de construirse una enciclopedia interactiva de la provocación.
Basten algunos ejemplos ilustrativos basados en mi modesta experiencia. Formas de provocación son el consumo de tabaco, alcohol u otras sustancias tóxicas cuando se les ha advertido en repetidas ocasiones lo perjudiciales que resultan para la salud y lo feo que resulta que una señorita esté bebiendo copazos de coñac y fumando pitillo tras pitillo en lugares públicos.
Por supuesto, las muestras de independencia y desenvoltura rayanas en el desplante, son una de sus manifestaciones favoritas. Este estilo intempestivo y altanero de demostrar y sobreactuar su personal autonomía es una constante en muchas de ellas, que necesitan de estas reafirmaciones de cuando en cuando.
El exhibicionismo y la provocación erótica a cuanto hombre se les aproxima, siempre haciéndolo saber al spanker.
El incumplimiento de deberes, obligaciones y tareas no agradables. El ceder a la desidia y a la negligencia, ingeniándoselas para que el concienzudo spanker tome buena nota de ello.
Un capítulo específico merece sus incumplimientos a las visitas médicas anuales con su ginecólogo, dentista, oculista, etc. Estas son de las que a mi me enervan ya que creo que el cuidado de la salud es esencial.
Luego están los incumplimientos de objetivos que se han marcado en sus momentos de buen raciocinio, estos pueden ser familiares, profesionales, económicos o de combatir malos hábitos.
Otra forma de provocación son los ataques estrogénicos de demanda emocional intempestiva que suelen aturdir y confundir la placidez del spanker austero. Después de etapas de indiferencia emocional, un día sin saber por qué la spankee reclama afecto, atención, cariño y lo hace con exigencia y reproche. Es un verdadero drama que monta la spankee que si no se liquida con una buena azotaina, puede llegar a traumatizar al pobre spanker.
Los excesos en el vestir, el abrazar causas sociales, como la defensa de animalitos o el comercio justo, hasta extremos inenarrables, los ataques de cursilería (endémicos en Navidades y primavera), el exceso de emoticones en sus comunicaciones electrónicas.
Y, en spankees de estilos más deportivos, la desaprensión consistente en una conducción temeraria los excesos aeróbicos en clases de GAP (¡Glúteos Abdomen y Piernas, juro que no me lo invento!) o las salidas ruidosas con sus amigas, con las cuales mantienen una forma de relacionarse muy adolescente.
Todos estos actos de deliberada provocación de la spankee, sea cual sea su estilo, edad, condición, nacionalidad o historia personal, solo tienen un efecto… van actuando como gotas de agua que van llenando el vaso de la paciencia del spanker que al final, la última gota colma y desborda el recipiente y acaban en otk severamente zurradas. Luego, como si todo esto hubiese sido poco alegan que si “el spanker es un gruñón y un amargado”, que si “el spanker no tiene paciencia”, etc.
Vosotras seguid provocando…
5 comentarios:
Por cierto, necesito saber qué tipo de spankee encarna esa mujer rubia que aparece desnuda con marcas de bikini en el medio de un pasillo de hotel, con esa cara de no haber roto un plato en su vida.
Parece la secretaria de Alvarez Cascos que ha salido a por unos papeles...
Me parto el pecho con lo de la secretaria de Alvarez Cascos!!!
Que gracioso suena esto... ¡Me han dejado descubierta!
Bueno ya en serio, me parece que esto suena a doble moral, y no es que querremos provocar (Bueno a veeeeces si) es que nos confunden fácilmente
Existe una frase que queda muy bien en este caso “ La palabra convence pero el ejemplo arrasa” y si vez a el spanker fumando, tomando alcohol o que jamás va a los chequeos normales del dentista, o médicos de rutina, y claro aquí entra el examen de próstata (je)
Y jamás hace ejercicio.
Y encima quiera castigarme por algo parecido pues entonces lo siento mucho pero no puedo dejar de verlo como dice el autor (“el spanker es un gruñón y un amargado”, que si “el spanker no tiene paciencia”, “Que si es injusto” “y loco” “y malo” y...)
“Si quieren enseñar que pongan el ejemplo”
Además el juego de la provocación es sencillamente encantador para ambos lados o no?
Hola, Fer.
Ví tu comment en mi blog y decidí rastrearte... este ensayo sobre la provocación spankee està muy bueno, jejeje.
Dèja que me tome tiempo de mi day-time-job para escribir sobre las nalgas masculinas...
Mientras, un saludo.
Lady G
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