
Autora: Roxana
Hace poco en uno de los blog se dio una pequeña discusión sobre si somos o no somos masoquistas.
Hace poco en uno de los blog se dio una pequeña discusión sobre si somos o no somos masoquistas.
Acá quiero demostrar por qué las mujeres en general y las spankees mujeres en particular definitivamente somos masoquistas.
El día que nacemos nos dan nuestra primera nalgada, claro acá me dirán que eso también les pasa a los hombres, pero los médicos dicen que nosotras lloramos menos, o sea que de entrada nos gusta jajajajajaja,
Enseguida nuestros padres quieren demostrarle al mundo cuan nenas somos y… nos agujerean las orejas y nos cuelgan un bellísimo par de aritos.
Siguiendo en esa línea, en cuanto tenemos cuatro pelos locos o tres rulos indómitos, a nuestra mamá se le ocurre ponernos hebillitas con animalitos o nos ata el pelo con gomitas muy coloridas y ahí empiezan nuestros primeros tirones de pelo.
Ni que hablar de la época del jardín de infantes, cuando los piojos son epidemia y ya aparece el peine fino (un peine de metal de dientes muy finitos, muy juntitos y muy largos) con el que nos marcan el cuero cabelludo entre surcos y tirones para erradicar a nuestros más grandes enemigos.
En la época escolar empiezan a adiestrarnos en los tirones de orejas, las penitencias y los adorados rincones por cuadernos sucios, faltas de ortografía y malas notas.
Ya más grandecitas nos encontraremos con los primeros azotes a nuestros traseros, de diversas formas e intensidad y ahí descubrimos las primeras posiciones (sobre las rodillas de papá, agachadas delante de mamá, sobre la cama, corriendo por toda la casa, etc.,) y los primeros elementos (mano, chancleta, cinturón, etc.)
De golpe nos hicimos señoritas y todos festejaron nuestra entrada a la adultez, pero se olvidaron de avisarnos que llegaba de la mano de una molestia mensual obligatoria llena de malestares e incomodidades que encima, muchas veces nos iban a dejar alejadas de buenos y gratos momentos de placer.
Cuando somos adolescentes empezamos a flagelarnos solas cumpliendo con los mandatos de belleza de la sociedad, entonces nos hacemos la planchita, masacrándonos la cabeza entre el calor y los tirones, o nos hacemos los rulos con artefactos dolorosos durante horas, nos quemamos vivas y sufrimos los primeros desgarrones de nuestra inmaculada piel, para dejar sin un peloooooooooo todo nuestro cuerpo, incluso nuestra chucha (no saben como dueleeeeeeeeeeeee auchhhhhhh)
Y por culpa de ellos nos montamos arriba de los benditos tacos agujas que tanto les gustan y nos provocan unos horribles calambres en las pantorrillas o nos matamos a golpes arriba de unas plataformas maravillosas que le agregan diez centímetros a nuestra esbeltez.
Cuando llegamos al maravilloso momento que tanto esperamos, (bueno, digo en general) decidimos ser mamás!!! ¡Ja! y nos habían dicho que era tan espléndido el estado de preñez. Claro… nadie nos contó de las nauseas, la retención de líquido, la estreñez, la gordura, los dolores de cintura, y mucho menos de los dolores de las contracciones para parirlos, que los parió!!!!

Y por supuesto las largas noches de llanto incontrolado, consolado solo por la mano de una buena amiga tan sufriente como nosotras, escuchando a nuestro cantante favorito, flagelándonos con el doloroso recuerdo de los momentos pasados con el muchachito ese que nos acaba de plantar por nuestra mejor amiga. ¡¡grrrrrrrrrrrrrrrrrr…!!
Y bueno hasta acá llegué yo, pero dicen que todavía me faltan algunas cositas más, como la menopausia, los calores, la osteoporosis, etc.
Si después de toda esta minuciosa descripción de lo que es ser mujer, no me aseguran que nacimos para ser masoquistas, entonces están leyendo otro blog.