Autor: Marita Correa
No me vas a castigar de inmediato, se que te gusta imaginarme en ese estado de ansiedad mientras espero.
No me vas a castigar de inmediato, se que te gusta imaginarme en ese estado de ansiedad mientras espero.
Quieres que reflexione sobre mi comportamiento, sin embargo
yo solo puedo pensar en lo enfadado que estas y en lo que vendrá después.
La espera se hace interminable
A lo mejor si ves lo arrepentida que estoy, lo olvidarás
todo y me perdonarás, pero no será así
¿verdad?
Estoy triste y asustada
Oigo tus pasos en el pasillo viniendo hacia el dormitorio y
una profunda sensación entre temor y deseo explota en mi interior, cuando te veo
entrar en la habitación.
¡Ha llegado el momento!
Entras en la habitación, ni una sola palabra sale de tu
boca, mi mirada esquiva la tuya porque esta lo dice todo.
Te sientas sobre la silla que me dijiste que colocara en
mitad del dormitorio.
Me levanto y voy hacia ti, colocándome sobre tus rodillas y cediéndote todo el control.
Mi castigo comienza, me pegas con fuerza, ya quiero que pares
no creo que lo pueda aguantar.
Inútilmente intento escapar, tu brazo que sujeta fuertemente
mi cintura me lo impide y mi intento de fuga te hace enfadar más lo que
endurece la pena.
No
puedo controlarme y rompo a llorar, rindiéndome a tus manos, hasta que tú
decidas que ya he aprendido.
El dolor, la pena, mi llanto, me hacen sentirme pequeña y frágil.
Ahora lo único que quiero eres tú, necesito que me abraces y
sentir tu perdón y cuando lo haces una calma infinita me inunda y me relaja
totalmente.
No puedo parar de mirarte, de tocarte, deseo que este momento nunca termine.
Reposo mi cabeza en tu pecho y solo puedo decirte: “Gracias”.
1 comentario:
preciosas palabras de entrega absoluta, y muy bellas imagenes
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