Me encantan las marcas que dejan sobre mi piel los distintos
instrumentos con los que soy castigada. Para mí, en una relación a distancia son
imprescindibles, y aunque no cambio su cinturón por ningún otro implemento, no
puedo negar que el tacto y el grabado de
la canne sobre mis nalgas, es mucho más impactante y duradero. Esto se
contradice por el odio que siento por este objeto aterrador. No puedo soportar
ese dolor intenso y penetrante que quema e inflama mi piel por lo que tengo que
pedir ser atada, única manera de enfrentarme a ella.
Recuerdo como en un principio decidimos que la vara solo se emplearía para castigos serios,
aunque en realidad no la llegó a usar
más que un par de veces, ya que cuando
vio mi temor y mi angustia, no quiso volver a utilizarla. Por eso recuero su
cara de asombro, cuando le pedí que me azotase con ella cada vez que tuviese que ausentarse por más
tiempo del acostumbrado, y es que necesito ese recuerdo de nuestro tiempo
pasado juntos, los días se me hacen más soportables sin él y puedo mantener el
ánimo alzado hasta nuestro siguiente encuentro.
Autor: Marita Correa
2 comentarios:
Las marcas son las que imponen la propiedad, incluso más allá de la piel.
Feliz día de la mujer Marita.
El cane o la vara me parecen abominables pero la foto es buenísima :D
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