El spanking
es placentero, sensual, divertido, apasionado, excitante, vibrante, pero ¿Puede ser
también romántico? Por supuesto depende de con quien lo practiques, pero incluso
un encuentro esporádico, a veces puede tener una gran dosis de romanticismo.
Pensad en
esa forma en que el spanker dirige a la spankee hacia sus rodillas y la coloca
sobre ellas…
Con ese
primer contacto ya empieza la primera explosión de emociones entre ambos.
Él a través
de los azotes demuestra quien está al mando y marca el ritmo de la sesión, pueden ser suaves,
juguetones o más intensos y si decide intercalar entre ellos placenteras
caricias en tus nalgas, querrás que no pare nunca.
¿Y qué decís
del aftercare?, ese forma de extender la loción y masajear tus cachetes puede
ser de lo más sensual, sin dejar nunca atrás ese abrazo reconfortante que te
aportará consuelo y ternura.
Pero no
todo se basa en los azotes y el sexo, sino del vínculo que se establece en
una pareja spanka
La
conexión, la comprensión y esos momentos de desenfreno, amor o cariño que pasan
entre los dos, le dan un toque diferente a la relación. Se trata de ser
aceptado y comprendido por ser justo lo que eres. Es encontrar un refugio, en
brazos de otra persona que también se ha podido sentir tan perdida como tú. Y es que el
spanking no es solo un juego erótico, sino una demostración de sentimientos abiertos y
emociones sinceras
Autor: marita