domingo, 21 de octubre de 2007

Nunca digas de este agua no beberé… o con eso a mí no me vas a azotar



Autor: Chloé de la Sainte Fessée

A veces tengo la sensación de que ya se ha dicho todo sobre el spank, y que poco más se puede aportar a la cantidad de blogs, páginas, relatos y opiniones que hay por ahí colgadas.
Pero siempre hay espacio para una más, siempre alguien tiene algo diferente que contar. Porque todas tenemos cosas que decir y somos diferentes… ¿Muy diferentes?


Me pregunto si tenemos algo más en común que el gusto por los azotes, si hay un patrón en nuestra conducta, un mismo trasfondo, si empezamos de forma perecida, si todas vamos a acabar igual. ¿Hasta qué punto nos gusta lo mismo? ¿Podemos definirnos como grupo?

Supongo que si hay algo que nos diferencia son nuestros límites, nos comparamos unas a otras por un supuesto nivel, nos definimos con lo que aguantamos o no, con lo que aceptamos o no. Azotes en las rodillas pero sin implementos, me puedes atar pero sólo azótame en el culo, puedes tenerme en la cama desnuda pero no quiero sexo, haz lo que quieras conmigo pero yo no soy una sumisa. Y a veces los límites que les ponemos a unos es lo que deseamos hacer con otros.

Límites para definirnos, para encontrar dónde colocarnos, para normalizarnos, para protegernos, para traspasarlos. Lo que hace diez años eran algo inamovible, se han convertido en elementos más de una sesión. Cosas que ni me atrevía a pronunciar me han aportado más placer del que podía imaginar.

Y quiero más.

Y necesito más.

¿A alguna le ha llegado un momento en el que diga "hasta aquí" esto es todo lo que me gusta, no quiero probar más? Creo que ese momento no existe, y si ese momento no existe es o porque mis límites no son tales, o porque nunca llegaré a saber lo que quiero.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta mucha esta reflexión, real y madura como la vida misma.

Anónimo dijo...

Mmm, ¡qué difíciles preguntas!

Yo no creo haber llegado a mis límites, ni haber probado ya todo, creo que cada pareja con la que jugamos nos abre un mundo nuevo y nuestra forma de comportarnos cambia con cada compañero. Lo cual hace el juego excitante cada vez.

Dentro de la misma pareja también hay que darse la oportunidad de seguir investigando si es que eso nos inspira, al menos probar para seguir o cambiar.

Todos somos un calco unos de otros...