miércoles, 22 de febrero de 2006

Peripecias de un Spanker novel


Autor: Sir Williams

Los vilependiados Spankers no la tienen tan fácil como se supone. A diferencia de las spankees, e incluso de los spankees, la vida del Spanker no es color de rosa.

Spankerman, nuestro personaje representativo con el que muchos se sentirán identificados (pero que nunca confesarán), ha tenido la fantasía desde su niñez. Creció, se desarrolló y maduró soñando y fantaseando con idílicas señoritas, con colas hermosas y redondeadas puestas a su disposición para su disfrute y ávidas de sus nalgadas.

Pasó innumerables días y noches, buscando fotos, videos y películas, leyendo todo lo que encontró a su alcance, hasta que casi de casualidad, y gracias a la Red, encontró grupos, comunidades, foros y sitios dedicados al tema. Se sintió dichoso, al fin comprendido.

Así se lanzó a las búsquedas desenfrenadas y... comenzaron sus problemas, porque encontrar una spankee dispuesta no fue tarea sencilla. Nada de eso. Incontables horas de chat y messengers, solo terminaban en frustraciones. Sin contar las no pocas desilusiones con falsas spankees que resultaban ser hombres, otras que eran mujeres y solo buscaban erotizarse gratis, o algunas pocas verdaderas y experimentadas que no le daban ni la hora.

Pasado el tiempo, años quizás, el pobre Spankerman, suerte mediante, finalmente logró consolidar un primer encuentro y allí empezó su verdadero calvario. Acordados hasta el cansancio límites, condiciones, situaciones, "ah y nada de sexo", gracias a Dios al fin se hacía realidad. Demás está decir que la idílica señorita distaba mucho de lo que había imaginado, pero ... era lo que había!

Y allí estaba, embargado de emoción, nervioso, dando vueltas por el cuarto esperando que la ninfa estuviera lista, repasando y planeando sus próximos movimientos, hasta el cansancio. Preparó todos sus elementos: cinturón, paleta y el gato comprado en el sexshop.

Claro que, como era de esperarse, se presentaban otra serie de inconvenientes: ¿daría la talla? ¿y si ella se asustaba? ¿empezaría suave o fuerte? ¿y si se le iba la mano? ¿y si se excitaba mucho? ¿y si intentaba acariciarla y tener sexo a pesar de todo? ¿y si a ella no le gustaba y le pedía que parara? ¿y si ...? Los "y si..." eran infinitos ... toda su apostura y resolución estaban tambaleando. Pero como todo en la vida, las cosas no son tan terribles y la experiencia, el ansiado debut, pasó sin pena ni gloria.

Y por alli sigue nuestro Spankerman, visitando salas de chat, insistiendo en hallar otra spankee y concretar su fantasía tal como la soñó. ¿Podrá?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola! me ha gustado mucho tu artículo. En breves palabras expresa las desventuras del spanker, la otra cara de la moneda de nuestros sueños, deseos y vanaglorias.

Anónimo dijo...

Oh Willy, me ha encantado este artículo, me he imaginado las aventuras y desventuras de un pobre spanker en sus inicios, sus miedos y sus nervios...No siempre podeis ser esas fortalezas de severidad y rectitud que pretendeis.

Besos y gracias

Anónimo dijo...

Fantástica narración. La parte más insegura del spanker sale a la luz para darnos penita... Jajaja... No, en serio; me ha encantado el artículo. Realmente las cosas no son tan distintas a un lado o a otro del camino, ¿no? Y eso les honra, señores spankers.