Hay personas que no entienden la necesidad de llorar cuando no hay grandes
motivos para ello y otras que sienten esa necesidad, pero que son capaces de
reprimir las lágrimas por vergüenza o por miedo a mostrarse vulnerables.
Si eres spankee y perteneces a este grupo al que le cuesta descargar
emociones, imagino que estarás de acuerdo conmigo, en que el spanking es la mejor válvula
de escape para dejar que las lágrimas fluyan a su antojo. Además contener ese
lamento y reprimir tantos sentimientos, solo hace que nuestro carácter se
altere y nuestro comportamiento sea insoportable. Es entonces cuando aparece la figura de el spanker
en escena y ya sabemos qué forma tiene él de solucionarlo. Los azotes duelen y mucho, así que ya no hay excusa para controlar ese llanto, que nos ha tenido apresado el corazón durante todo el día.
Cuando todo haya terminado, nos daremos cuenta que hemos descargado tensiones,
aliviado la tristeza y liberado la ansiedad que nos oprimía. Así que añadamos
un atractivo más a los azotes y considerémos al spanking como "el equilibrador de las
emociones".
Autor: Marita Correa
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