“Ve al
baño y masturbarte . Ella recibió el mensaje en su móvil cuando estaba
preparando aquel importante informe, que
el presidente de la compañía le había pedido, pero una orden de él, no podía
esperar. A los 15 minutos volvió a su despacho, una picara sonrisa se asomaba a
su cara, de inmediato le mandó un mensaje para decirle que ya lo había hecho.
No pasaría ni un minuto cuando el móvil de la mujer volvió a sonar, el nuevo texto decía: “Cuéntame como ha sido, quiero detalles"
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El
móvil de María vibraba en su bolsillo, aprovechando que su jefe estaba lejos y
el cliente buscaba el dinero para pagar, sacó el móvil del bolsillo y leyó el mensaje : “Ve al baño y masturbarte" . En otras circunstancias no le hubiese
importado, pero era hora punta, y a su izquierda tenía una larga cola de
clientes con sus carros llenos, que esperaban para pagar, cuando terminara de
eso le quedaba reponer el pasillo central. ¿Pero como se le ocurría pedirle algo así y en ese momento?
Situaciones
muy parecidas a las del primer párrafo, las hemos podido ver en alguna película de contenido erótico, leído en novelas incluso en relatos de internet. Y aunque puede que existan, no me
encontrado con ninguna escena similar a
la de la cajera del supermercado. Puede que los guionistas o escritores piensen
que una peluquera y un mecánico, no son tan rentables en taquilla, como una exquisita pareja rodeada de lujo y glamour. Pero los juegos eróticos en la distancia, también lo practican la gente sencilla, y si no, que nos lo digan a los spankos.
No cabe
duda que el ordenador y el móvil, se han convertido en nuestros grandes aliados a la hora de mantener
el fuego encendido en una relación y a través de ellos poder jugar en la distancia, y a los
spankers y a las spankees nos ha venido de lujo, ya que hay una amplia mayoría
que se han conocido a través de internet y difícil es que ambos residan en la misma ciudad, así que pueden pasar meses, hasta un próximo
encuentro. Sin embargo hay que tener en cuenta que esto es la vida real, y a no
ser que se trate de una pareja muy joven, que sólo se dediquen a estudiar, la mayoría tenemos
tareas y responsabilidades diarias, trabajos en jornada partida que quedan
lejos de casa, incluso podemos ser padres, sin olvidar los casados y casadas.
Por eso, lo que en un principio, resulta ser ardiente y apasionado, puede terminar siendo una pesadilla.
Algunos de los juegos más comunes son:
- Mañana quiero
que vayas a trabajar, con falda estrecha y tacones (hay borrasca en todo el país)
- Mándame
un mensaje cada hora, informándome de como ha sido tu comportamiento
- Redáctame
que sientes, cuando recibes una orden mía.
- Date 50
azotes con el cepillo, después quiero ver como te ha quedado el trasero, espero las fotos.
- Cuando llegues de trabajar, escribirás 200 líneas que dirán: no volveré a mandar con
retraso, un mensaje a mi spanker.
¿Cuando llegue de trabajar? Pero si tengo que ir al supermercado, y poner la lavadora y
dejar preparada la comida para mañana…
Todo esto también vale para los spankers ocupados y sin tiempo para nada, algunos de ellos pueden tener una spankee, que se sienta abandonada, y que la disciplina en la distancia, no sea como en un principio ella se había imaginado, ya que las ordenes de su spanker no vienen con la frecuencia deseada, pero tan solo se trata de tener un poquito de sentido común, saber que hay días muy complicados,en los que el tiempo se nos escapa de las manos y que desgraciadamente, el spank se tiene que aplazar.
El
spanking a distancia tiene que ser como el cara a cara, excitante, exquisito, divertido, que sea capaz de hacerte desconectar, transportarte a
otro mundo, muy lejano al vainilla, que
el juego entre los dos sea placentero y
grato, sin prisas, presiones ni estrés, que al día siguiente uno este deseando mandar una orden y al otro lado
alguien se sienta emocionado pensando, ¿que tendrá preparado para hoy? Por si el
contrario te sientes agobiad@, no tires la toalla a la primera, plantearos una solución, simplemente
es cuestión de hablarlo, de organizaros y encontrar los momentos adecuados para ello, que
seguro que los hay.
Autor: Marita Correa