Autor: Mayte Riemens
Dentro de poco se cumplirá un año(1) desde que inicié una relación de pareja con un spanker, un hombre que comparte plenamente mi fantasía, que ha tenido la sensibilidad y paciencia para descubrirla poco a poco y que cada día sigue explorando –con más aciertos que errores- en la búsqueda de nuestra satisfacción.
De su mano, él de la mía, hemos descubierto facetas de nuestra fantasía y de nuestra personalidad que desconocíamos o que no nos habíamos atrevido a expresar, ni siquiera a concientizar. Yo me he descubierto como una spankee que adora estar sometida a él, no me defino como sumisa porque el término implica una relación distinta, más enmarcada dentro del BDSM que creo que no practicamos, pero sí comparto con las sumisas muchas de sus sensaciones y actitudes.
Y es que no hay nada más excitante que ser barro suave entre sus manos, someterme a él y al castigo que él me imponga, temblar de miedo y de deseo cuando se quita el cinto frente a mí y me ordena adoptar la posición para el castigo. Sentirme avergonzada, por mi mal comportamiento y por tener que someterme, a mis años, a un castigo infantil. Ofrecerle mis nalgas desnudas, temblando y lloriqueando, para que las azote como me merezco y entregarle yo misma, en el momento en que él lo ordene, el instrumento con que debe castigarme. Sentir su autoridad y temblar bajo su mirada, enrojecer de vergüenza y palidecer de miedo, desnudar yo misma mis nalgas y rogarle que me castigue como me merezco, para después poder atreverme a pedir su perdón, besar sus manos y sus labios, rendirme en sus brazos para que recorra sus dominios hasta el rincón más íntimo y practique otra manera de hacerme suya.
Desde entonces, mis límites se han desdibujado hasta casi desaparecer. Lo que él quiera que yo haga, lo que él quiera hacer conmigo, yo lo aceptaré y lo haré feliz, porque estoy totalmente entregada a él, porque él reconoce y adivina mis deseos e incluso esos límites que yo desconozco. Y es que el someterme incluso a aquello que nunca hubiera aceptado si proviniera de otro, me genera una descarga de sensualidad física y anímica. Él ha logrado imponerse, domó a la fierecilla con una mezcla de nalgadas, mimos, castigos y cariño. No es que me someta para darle gusto a él, me someto porque a mí me excita hacerlo y eso lo satisface aún más. Desde siempre había deseado someterme, sólo que no había encontrado quién lo mereciera.
La relación ha ido mucho más lejos que el juego de las nalgadas, su autoridad y su dominio sobre mí son deliciosamente sugerentes. Y es que la confianza y el cariño han permitido que la relación que empezó como un juego de spank, se traslade a la vida diaria, sin dañar en lo absoluto mi independencia ni mi libertad, pero aderezando cada minuto de mis días con la dulce sensación de ser suya, con la sentencia constante de ser castigada y retorcerme de dolor y excitación bajo sus manos. Y es que no hay nada más delicioso que sufrir el inmenso placer de someterme a él.
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(1)Nota del Editor: otra vez perdón por tener este artículo en la nevera tantos meses, no seguiré pidiendo disculpas pues aburriré a los pocos lectores fieles de blogs que van quedando
9 comentarios:
Que manera mas divina de describir una entrega total de una spankee.. mi corazon hacia tok tok tok tok .. tenia tiempo que no lei un articulo tan tierno y profundo
felicidad
Son precisamente este tipos de cosas las que me hacen convencerme día a día que sí debe existir un punto medio entre la spankee rebelde y la sumisa.
Te entiendo perfectamente Mayte porque a mí me sucede lo mismo. Llegué a confudirlo con sumisión pero, tienes razón, no es lo mismo.
Quizás sí esté naciendo una nueva raza de spankees que coquetean con la sumisión. Muchas gracias por tan bella expresión.
Que esplendido artiCULO, y que ternura, me ha entusiasmado. Dais un sana envidia, ójala os dure muchos años de felicidad spankoamorosa. Besos
Pit.
Recuerdos brujilla.
Gracias a todos por sus comentarios. Me apena inmensamente decir que mi historia de amor se acabó y que no fue me decisión ni puedo explicar qué sucedió. Aun así, lo que escribí es vigente y es algo que extraño a rabiar. Lo sentí, lo disfruté, me hizo crecer y ser feliz. El solo recuerdo de aquellas sensaciones me hace agradecer el momento en que me topé con Manuel. A quien desde aquí envío un abrazo, mil besos y todo mi cariño - sin rencores ni reclamos- que no podría haberlos con quien me hizo tan feliz.
Querrida Mayte,
Lamento mucho que tu relación con Manuel haya acabado. Sin embargo cuando una puerta se cierra se abren muchas más y ahora seguro se te van a presentar mil oportunidades de vivir nuevas y más satisfactorias experiencias.
De cada vivencia, buena o mala, siempre hay un aprendizaje y Manuel te hizo descubrir una parte de ti misma que no conocías y que ahora sí.
Te deseo el mayor de los éxitos en esta nueva etapa y, aunque ahora duela, el tiempo todo lo sana. }
Te envío un beso desde Venezuela y cuenta siempre con nosotros.
Vaya, pues no sabía nada, lo siento, de todos modos un articulo precioso.
Pit
Oh Mayte...
Lo siento mucho.
En cualquier caso el artículo es precioso y tú una de las personas que mejor sabe transmitir sensaciones y sentimientos spankos, sean estos de disfrute o de menos disfrute.
Sigo sola, o más bien, vuelvo a estar sola. Manuel volvió y se fue nuevamente. Me siento vacía e inmensamente triste. Aprecio mucho sus comentarios, me dan´algo de consuelo, aunque ahora mismo lo veo todo muy negro. Besos a todos
Mayte
El articulo es precioso.... expresas todo de una manera excitante y deliciosa. Ese es el sentir real de una spankee. Estoy segura que Manuel es el que pierde sin ti.... y muy pronto va a ser reemplazado en su trono de Amo por alguien igual o mejor que El.
Animo !!!!
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