Autor: VitabarLos spankos vivimos en un universo paralelo.
No todo el tiempo, claro, pero cada vez que se activa el “modo spanko” nuestra percepción de la realidad se modifica, y el universo empieza a funcionar según otras leyes, distintas de las habituales.
Eso no tiene nada de raro, por supuesto. Todos los grupos que tienen intereses comunes que los diferencian de los demás miembros de la sociedad en la que viven desarrollan pautas de comportamiento, leyes y hasta una propia escala de valores que sólo valen al interior de dichos grupos, desde la barra brava de Peñarol hasta el Colegio de Abogados.
Pero algunos de los comportamientos que son propios del “universo spanko” pueden ser muy curiosos y llamativos si uno los mira desde la lógica de lo que llamaremos, a falta de mejor nombre, “universo normal”. Pongamos algunos ejemplos:
1 En nuestro universo es algo habitual y bien visto que unas damas respetables (y también algunos caballeros) se comporten como niñas o adolescentes (aunque su niñez biológica haya quedado quizá algunas décadas atrás) y esperen ser tratadas como tales. Que hagan travesuras y acepten recibir castigos a cambio de las mismas.
Esas mismas damas, cuando se encuentran en el universo normal, pueden ser personas sumamente independientes y seguras de sí mismas, que jamás aceptarían que alguien objete su comportamiento ni mucho menos que lo castigue.
2 También es habitual y bien visto que unos honorables caballeros (y algunas damas) reprendan y castiguen a quienes se comportan así, investidos de una autoridad que solo existe en el universo spanko.
Estos mismos caballeros pueden ser, en el universo normal, unas personas tolerantes y amables, respetuosas de los deseos de los demás e incluso a veces indiferentes al comportamiento ajeno, que –curiosamente- al cambiar de universo se convierten en individuos controladores y exigentes, atentos al menor desliz que pueda ser –en el universo spanko- castigable.
3 Los castigos que las damas del numeral 1 buscan y los caballeros del numeral 2 administran adquieren siempre formas indudablemente infantiles. No solo por ser aplicados en las nalgas, sino además por los rituales previos, los instrumentos utilizados e incluso la presencia ocasional de “castigos complementarios” (como el rincón) cuya pertenencia al mundo de los niños no creo que pueda ser puesta en duda.
Seguramente, tanto las damas como los caballeros mencionados, son personas maduras que nada tienen de infantiles cuando se mueven dentro del universo normal, e incluso rechazarían una imagen de sí mismas que las considerara –en algún sentido que no fuera spanko- niñas.
4 Las damas aludidas en el numeral 1, suelen hacer alarde de su resistencia a los castigos mencionados, y es notorio que dentro del universo spanko “tener aguante” es una virtud de la que uno se puede vanagloriar, algo que seguramente no sería considerado virtuoso en el universo normal.
5 Los caballeros aludidos en el numeral 2 alardean, en cambio, de su severidad. De su capacidad de castigar largo y duro. Si alardean de eso, es porque eso satisface las expectativas de las damas del numeral 1. Pero en el universo normal hacer semejante alarde seguramente le acarrearía a uno problemas con la justicia.
Distinguir estos dos universos a mí me parece clave, ya que juzgar un comportamiento dentro de un universo con los códigos del otro creo que es un error, y actuar en un universo con las pautas de conducta del otro puede resultar fatal.
Me consta que hay personas que actúan en el universo normal con los códigos del universo spanko. Suelen pasar por ser personas severas e inflexibles, dueños de una moral rígida, cuando en realidad no son más que unos spankos fuera de contexto a quienes sólo les interesa poner sus manos sobre la cola de alguna pobre incauta.
Otros –yo mismo en algunas oportunidades- tenemos el problema contrario, y nos cuesta mucho abandonar el universo normal y entrar en el universo spanko. Esto hace que cueste mucho dejar de ver el lado a veces un poco absurdo de algunas prácticas spankas, lo que nos lleva a tomarnos las cosas un poco en joda y con un espíritu más bien pachanguero, poco apto para el ejercicio de una severidad que es necesaria dentro del universo spanko.
El equilibrio no siempre es fácil, ya que exige saber con precisión en qué universo uno se encuentra en cada momento y comportarse de la manera adecuada al mismo.
Al mismo tiempo, es imprescindible conocer los mecanismos para “cambiar de universo” en el momento adecuado, y que la/el compañera/o los comprenda, así como darse cuanta uno mismo de cuando ella (o él) hizo el cambio y espera de nosotros un comportamiento acorde.
Cada vez estoy más convencido: ser vainilla es mucho más fácil.