miércoles, 4 de octubre de 2006

Elocuencia


Autor: Mayte Riemens

Desde hace tiempo que le debía al Blog este breve artículo que pretende ser el complemento de otro, magnífico, que escribió Fer sobre La elocuencia del spanker. Comentaba yo entonces, que la spankee también tiene sus frases características, aunque éstas son un poco más difíciles de enumerar, pues dependen, en mucho, de la categoría a la que la spankee pertenezca, o bien, al papel o rol que en ese momento quiere jugar. Dejaré al spankee hombre fuera de esta descripción, ya que no conozco a ninguno, al menos nunca he oído a alguno en plena acción y, me considero poco autorizada para definir su comportamiento y su elocuencia.

Hablemos primero de la spankee rebelde y malcriada. Esa chica “echada pa’ delante” que se come al mundo de un bocado. No parece tener miedo del castigo, se sonríe burlona ante el regaño y cuando llega la amenaza de los azotes: “Voy a darte unas buenas nalgadas”, responde con un grosero, pero gracioso “¿Tú y cuántos más?” Mantiene su actitud retadora y desde el momento de ser sometida en la posición de castigo, y a lo largo de toda la tunda, se dedica a gritar con estridencia y a insultar al spanker: “¡Abusivo, maldito, infeliz! ¡Te odio!” Esta chica no parece tenerle ningún respeto a su spanker, e incluso, cuando sus nalgas ya han adquirido un buen tono colorado, sigue pataleando y profiriendo insultos: “¡Eres un desgraciado, me lastimaste barbaján! ¡¿Cómo te atreves?!” En la misma categoría entrarían aquellas que optan por menospreciar el castigo y, por ende, al spanker, evitando toda expresión de dolor y gritando, en cambio cosas como estas: “Ni me duele fíjate. ¿Eso es todo lo que puedes hacer? ¿Y así pretendes que cambie? ¿Se supone que esto es un castigo?”

También está la spankee que gusta de hacerse la mártir y finge inocencia. Asegura ser la víctima de una injusticia y, mientras dura el regaño, mira a su spanker con carita de “yo no fui”, o bien, con rostro sorprendido, como quien no entiende de qué le hablan. Ante los reclamos del spanker, la niña lo mira con gesto inocente y dice algo así como: “Te juro que yo no fui, no sé ni de qué me estás hablando”. Cuando la azotaina ya es inminente, la spankee gime un poco, incluso finge un poco de llanto y dice: “¡No, no me azotes! ¡Es injusto, yo no hice nada malo!” Durante la zurra, la spankee gritará dolida, tanto de las nalgas, como del orgullo y el ánimo, y continuará su perorata de “¡Qué injusto eres! ¡Vas a arrepentirte! ¡Yo me he portado bien!” Incluso, después de haber sido bien azotada, la niña seguirá asegurando que fue víctima de una injusticia, y mirará a su spanker con gesto ofendido y rencoroso, mientras le retira el habla o le sigue cantando el ya consabido “¡Qué malo y que injusto eres! ¡Ojalá te sientas muy mal por esto!”

La spankee quejumbrosa suele ser muy atractiva para el spanker, pues le llena el oído de frases que a él le gusta oír. Durante el regaño previo, la niña ya empieza a hacer pucheritos y a pedir que no se le castigue, haciendo especial énfasis en lo mucho que va a dolerle, es capaz incluso, de pedir que no se le zurre con algún instrumento –cosa que muchas veces el spanker no tenía pensado, pero que se le ocurre a instancias de la quejumbrosa niña, que no hace más que pedir lo que quiere-. “¡No me vayas a azotar con el cinto, por favor! ¡Con el cinto me duele mucho! ¡Con el cepillo no, que me deja marcas y luego no me puedo sentar! Y cuando la zurra empieza, desde la primera nalgadita de calentamiento, la spankee aúlla como si la estuvieran despellejando, se queja y se retuerce, si le es posible llora o, mínimo, finge sentidos sollozos que expresan su dolor. Comienza entonces el canto que, supongo, debe encantarle a los spankers: “¡Ay, no, ya no, por favor, me duele mucho! ¡Seré buena! ¡No lo vuelvo a hacer! ¡Ya no! ¡No me azotes tan fuerte! ¡Me duele! ¡Estoy arrepentida! ¡Para ya, por favor! ¡Ya aprendí la lección!” Y cosas parecidas, tan conmovedoras como falsas. Al finalizar la tunda, la niña se frota las nalgas lentamente, como si el sólo roce de su mano le hiciera daño, su llanto –real o fingido – se hace más profundo y jura portarse bien en adelante, asegura que le ha dolido mucho, que no podrá sentarse en varios días y que nunca más volverá a ser una niña malcriada. Dulces mentiritas que enloquecen al satisfecho spanker que se queda con la idea de haber cumplido cabalmente con su objetivo (¡Y su deber!, agregarían los más ortodoxos).

Y nos queda la spankee casi muda. No sabría decir si su mutismo se debe a que es una niña obediente, rayana en la sumisión o a que no se le ocurre nada que decir, incluso podría ser que prefiriera guardar silencio antes que soltar una carcajada o algún comentario fuera de lugar que le valiera una zurra más severa. La spankee muda escucha el regaño en absoluto silencio, las hay que aprietan los labios para ocultar una sonrisa, nerviosa o burlona, y las que miran al suelo como niñas arrepentidas. Si acaso, cuando el spanker le anuncia la zurra que se va a llevar, la spankee gime un tímido: “No, por favor”. Esta spankee se resiste poco y, algunas ni siquiera se quejan antes los azotes, lo cual, francamente, debe ser muy aburrido para el spanker, que sentirá que está castigando a un maniquí. Pero hay algunas mudas que, a lo largo del castigo, liberan algunos “ayes” y “auches” e incluso lloran un poco. Si no lloran, su mutismo podría deberse a una actitud orgullosa, una forma de retar al spanker para que la azote más fuerte, algo así como un silencioso: “Ni me duele”

Si el spanker es muy severo y gusta del castigo rebuscado, pretenderá –a veces con poco éxito- que la chica responda a preguntas “capciosas” a mitad del castigo. Algo así como “¿Qué te pasará si vuelves a portarte mal?” o “¿Cómo deben quedar las nalgas de las niñas malcriadas?” Por supuesto, las repuestas a esas preguntas, no forman parte de la elocuencia de la spankee, ya que se obtienen bajo presión y a la pobre chica no le queda más remedio que responder lo obvio: “Me darás una tunda como esta” y “¡Muy rojas!”

Lo que finalmente podemos concluir, es que la spankee dice, casi siempre, lo contrario de lo que quiere y piensa. Cuando dice “No me azotes más” quiere que se le azote más y más fuerte, cuando asegura que “No me duele” en realidad tiene el trasero ardiendo y maltrecho y cuando, enfurecida, grita un airado “¡Te odio!”, bueno… es obvio que está muy contenta y a gusto.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Coño, que me veo reflejada en todas ¿eso puede ser?

Anónimo dijo...

Bueno, obviemos la palabrota que ha dicho la spankee que me ha precedido en los comentarios. La cosa es que me ha encantado este artículo, he disfrutado del ingenio y la sabiduría de su autora.
No solo es un complemento de mi modesto artículo sobre el poder de la palabra (o del silencio) en boca del spanker sino que redondea, con la virtud de no dejar cerrado, el tema del díalogo entre ambos términos de la pareja que hace posible el juego de los azotes eróticos. Magnífico!

maria dijo...

Hola! quería felicitarte. Me pareció excelente el artículo. Y también me sentí identificada con varias de las formas de elocuencia.. ;)
Cuando (hace unos 4 o 5 años) recibía las primeras palizas yo era más bien del estilo fingir inocencia: ¿pero si no hice nada? ¿por queee??? etc. Con el tiempo me di cuenta que creaba una especie de rodeo innecesario y evidentemente lo ocurría era que no podía hacerme cargo de que no sólo me merecía los azotes sino que de alguna manera los había buscado. Además así como a nosotras nos gusta que cada tanto nos levanten en peso a ellos también les debe gustar que nos paremos en nuestro rol.. no? No es nada fácil
En estos momentos cuando estoy en el "mood" se me escapan frases del estilo "¿vos y cuántos más?".. Sabiendo que no me conviene jeje, pero si vamos a jugar que sea en serio. Reconozco que al final termino capitulando siempre.
Saludos.

María

Anónimo dijo...

Que bueno volver a saber de ti Maria. Espero que te vaya muy bien y que pronto nos digas que continuas con tu estupendísimo blog.
Besos

Anónimo dijo...

Me encanto tu aritulo, pero te estas olvidando de una muy tipica, aunque quiza no tan comun en latinoamerica....(En U.S.A. es muy popular)
Es bastante parecido a la niña quejumbrosa en cuanto a que tiene cierto toque de innfantil, Brat(Mocosa en ingles)
Primero, es una chica que ya sabe que cuando hace alguna travesura la van a nalguear, lo ve como algo tipico, y supuestamente lo odia..
Aqui viene la cosa, a la brat le gusta jugar bromitas pesadas a los spankers, y luego inventar mil y un excusas muy persuasivas para escaparse, ademas de tratar de dar lastima entre muchisimas otras cosas (Lqa frase mas tipica es: "Vamos, ¿no tenes sentido del humo? Es una bromita nomas)
Sin embargo, si le haces caso, al otro dia es capaz sde estacionar un barco en el garage, y luego inventar aun mas excusas(Para demostrarte directamente cual esel objetivo de tantas travesuras) Podriamos llamarla en castellano, la Nena Traviesa( lastima que "traviesa" se asocia al travestismo por estos lares)

Anónimo dijo...

Es cierto que en el lenguaje entre spanker y spankee hay una gran parte del juego y en ese diálogo las palabras están cargadas de provocación, ideas contradictorias y erotismo.

Anónimo dijo...

A ver... voy a hacer una pregunta tonta, espero que no se ria nadie... ¿que pasa si a la spankee le da la risa???

Me sentiría fatal, pero ya me pasó un día que me iban a multar y cuando se acercó el policía me dió por reir y reir... y no podía parar (supongo que de los nervios) y al policía le dió la risa también y al final no me puso la multa y quedamos para tomar unas cañas... lo juro por snoopy que es verdad.

Anónimo dijo...

Ja!... no sé si pertenezca al Grupo Nena Traviesa... pero esas frases las he dicho muchas veces!
Qué falta de sentido del humor!
Pero si fue sólo una bromita :)
Eres un gruñón sin sentido del humor!
Jaaaaa... de verdad que las he dicho tantas veces!

saludos

Raul 79 dijo...

Me ha encantado la entrada. La verdad que yo tambien me veo identificado en bastantes situaciones de las que has comentado. Me vas a permitir añadir una situación que también habremos sufrido todos y todas durante una azotaina, que es desesperante, al igual que el que te hagan preguntas durante el castigo, que es la maldita mania de remarcar cada silaba de la regañina con unos azotes más fuertes... me refiero a la típica frasecita (por ejemplo) VE-O QUE TE HAS EM-PE-ÑA-DO EN A-PREN-DER POR EL CA-MI-NO DI-FI-CIL, creo que sabeis de lo que os hablo, jajaja...
Un saludo a tod@s