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Autora: María
Este artículo intenta explorar en forma general algunos aspectos de la disciplina doméstica, y especialmente el spanking (o las nalgadas o azotes) como formas catalizadoras de una relación. Es un tema complicado ya que mucha gente no comparte la perspectiva que se plantea pero debe ser entendida como una extensión de la fantasía: la idea de que lo que sucede es real, como pudo haber sucedido a principios del siglo pasado. Por eso el aviso (anuncio) de las camisas van heusen, que representa al hombre y mujer que espontáneamente resolvían sus dificultades con unos buenos chirlos en la cola.
En primer lugar conviene aclarar que siempre nos referimos a la disciplina doméstica entendida exclusivamente como la práctica llevada a cabo por una pareja de adultos que comparten una relación de pareja (esposo/esposa, novio/novia, etc.) Es muy difícil, dadas las características de la misma, que pueda darse en un contexto de spanking "casual" o de poca regularidad. De allí en adelante no hay reglas pero sí un montón de cuestiones que son compartidas por mucha gente alrededor del mundo. Para poder llegar a esta práctica la pareja debe llegar a un alto nivel de intimidad y conocimiento mutuo ya que se necesitará de mucha más confianza que lo habitual. Las cuestiones que se resuelven son "domésticas". El top de la relación (ya sea hombre o mujer) tiene determinadas atribuciones y poderes que deberá usar razonablemente. El spankee por su parte pierde algunos privilegios como por ejemplo la palabra de seguridad. El castigo empezará y terminará cuando el top lo decida y de la manera que él lo disponga. La idea (la fantasía si se quiere) en la relación de dd es que se trata de un castigo real por motivos reales. Lo cual no significa que el spanker deba ser un tirano con el comportamiento del spankee ni que el spankee no pueda moverse ni medio metro sin infringir una regla. En la práctica todo se da mucho más naturalmente. Partiendo de la base que ambos en la relación son spankos y buscan lo mismo. La palabra buscar es fundamental. No quiere decir que ambos "disfrutan" permanentemente de la práctica porque creo que hay un momento de la paliza en que lo que sucede es otra cosa.
La seriedad del juego
Este juego debe tomarse en serio porque de otra manera no funciona. Esto no quiere decir que la pareja no se divierta permanentemente con los tires y alfojes de costumbre. Los spankees sabemos que es un juego, intuimos que eso es lo que queremos. A veces lo sospechamos... otras directamente no tenemos ni una pista de por qué actuamos como actuamos. Pero la fantasía es vivir la relación de spanking sin armar previamente ninguna escena. Para esto las reglas claras es un elemento importante; la mujer sabe que al marido le molesta que diga o haga tal cosa. Tiene tiempo para medir la situación y evitarla y sin embargo decide correr el riesgo. En una relación común eso llevaría a una discusión, en una de disciplina doméstica ella sabe que será castigada por eso. La ventaja de la última es que una vez resuelto el tema quedará olvidado, después de todo ella recibió lo que merecía. La disciplina doméstica repite algunas cuestiones de algunas películas de spanking donde el hombre serio y razonable ponía a la mujer malcriada sobre las rodillas para darle unas nalgadas. Claro que ella puede ser mucho más malcriada de lo esperable y eso puede costarle la introducción del cepillo, la cuchara de madera, el cinturón o cualquier otro implemento que se les ocurra. Ahora para que el castigo sea realmente efectivo y no haya que llegar a mayores la mujer debe poder llegar a un punto en que se somete a las circunstancias. De lo contrario lo único que logrará es que le duela mucho la cola. Para eso es fundamental que el spanker asuma su rol más pleno y haga que ella tome conciencia de por qué está siendo castigada. Un par de retos es fundamental para eso. Sé que muchas mujeres podemos llorar durante una paliza y no es precisamente porque nos pegan muy fuerte.
Desobediencia y consistencia
Viviendo en una relación de dd es probable que el spankee sea deliberadamente desobediente y molesto para atraer un castigo. Esto es algo que el spanker debe esperar y saber cómo manejar. Es muy importante cuando alguien tiene tales atribuciones (decidir cuándo y por qué castigar a alguien) que sea consistente con la disciplina y no le quite importancia al tema. Es cierto que puede estar cansado o realmente con planes de hacer otra cosa: en ese caso debe hablarlo claramente, decir que tal o cual comportamiento no pasó inadvertido y que será tratado de tal manera en tal momento. Lo más seguro es que el spankee siga con su comportamiento, después de todo a veces no es algo que haga voluntariamente ni que pueda apagar pulsando un botón. La verdad es que no lo puede evitar... entonces, sigue con el mal comportamiento porque una amenaza no fue suficiente. Creo que el spanker debe tomar cartas en el asunto ya que tiene mil maneras de cortar un mal comportamiento en poco tiempo y sin mayores complicaciones (unos cuantos golpes con el cepillo o con la vara dejarán el asunto de lado). Si realmente no pudiera hacerse cargo del asunto en ese momento supongo que ella tendrá que ser lo suficientemente razonable como para entenderlo. Hay otros castigos además de los azotes como por ejemplo el rincón. Y puede haber algunos otros (que no me gustan ni me da la imaginación para ellos pero cada pareja es un mundo de reglas propias). Por último se sabe que las parejas que están metidas
hasta la nariz en este tipo de relaciones se excitan monumentalmente con los azotes así que es muy probable que durante el sexo haya azotes sin ningún motivo (o con un motivo sacado de la galera) tanto como que haya sexo después de un castigo real. Acá los teóricos americanos de la disciplina doméstica no van a coincidir conmigo. ¿Cómo vas a tener sexo? ¡Es un castigo! Y sí... Pero créanme tener o no tener sexo no le quita validez, ni status y hay conductas que realmente cambian. Claro que a veces lo que es exclusivamente necesario son los azotes y después de eso nada más que portarse bien. Más aburrido pero sumamente efectivo para el caso.