sábado, 28 de febrero de 2015

jueves, 26 de febrero de 2015

Bondage

classy kitten

Él es Amo, ella spankee. No pensaron que duraran dos encuentros y ya son casi tres años de relación. Ella tiene sus gustos muy claros, sabe lo que le da placer y lo que no se lo dará nunca, aunque suele probar para estar segura antes de decir: NO
Una de las cosas que menos le atraía del bdsm es el bondage. Por supuesto que le encanta que la ate al cabecero de la cama y ser esposada tampoco lo rechaza, pero metros de cuerda rodeando su cuerpo era algo que no le atraía y una práctica que no llegaba a comprender.
Él es un experto en nudos y a ella le encanta ver como los elabora, así que un día cuando ya llevaban unos meses de relación, ella le pidió que la atara, pero él contestó que no era el momento. No fue la primera vez que ella quiso jugar a "eso de ser atada", pero la respuesta de él siempre era la misma, cosa que la enfurecía y que le hacía preguntarse, ¿Qué más da un día que otro?.
Una tarde lluviosa y oscura de invierno, llegó a casa más alterada que de costumbre, no le gusta su trabajo y no es raro que llegue de mal humor más a menudo de lo que quisiera, aunque intente disimularlo. Pero aquel día había sido demasiado estresante y era imposible esconder su alteración.
Fue cuando él le dijo que era el momento de probar las cuerdas. Por supuesto su primera reacción fue decir no, no estaba de humor para juegos, pero él la tomó de la mano y le pidió que confiara en él. Ella no sabía que pensar, pero lo siguió agarrada a su mano hacía la habitación donde se sentó al borde de la cama. Él empezó a desnudarla sin ninguna prisa, ella lo observaba sin entenderse a si misma, hace un minuto estaba hecha una furia y ahora se estaba dejando desnudar para ser atada, sin oponer resistencia alguna.
Llegó el  momento de atarla. Era un montón de cuerda que fue entrelazando muy despacio alrededor de su cuerpo. Cuando estuvo completamente atada, le preguntó si podía vendarle los ojos, ella dudó por un segundo y después asintió.
El momento en que la venda tapó sus ojos, fue el más increíble de todos. Su cuerpo se relajó y se dejó ir, su mente comenzó a aquietarse y la sensación de ahogo que la había acompañado durante todo el día, comenzaba a desaparecer. Tan solo podía escuchar su respiración y la de él, sentado junto a ella. ¿Podía haber algo más hermoso que eso?
Casi una hora después, él encontró oportuno desatarla. Sin embargo, a ella le había parecido una danza mental de apenas unos minutos y por una parte hubiera deseado que ese baile hubiese durado un poco más, por otro lado, ser desatada significó un alivio emocional. No pudo ni quiso contener las lágrimas, la frustración había desaparecido y lo único que deseaba era estar abrazada a él.
Ahora,entre risas, ella se denomina una "adicta a las cuerdas". Nunca más las han vuelto a usar como una forma de terapia, y cada vez que es atada descubre un nuevo placer, eso sí, nada comparado con esa íntima comunicación que se establece entre su amante y ella, cuando comparten una sesión de bondage.



Autor: Marita Correa

lunes, 2 de febrero de 2015

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Autor: Marita Correa